viernes, 8 de mayo de 2009

FELICITAS. LARGOMETRAJE DE FICCIÓN INSPIRADO EN UN CASO REAL.

Buenos Aires, segunda mitad del siglo XIX. “Felicitas” es la historia de un amor nacido y contrariado durante la adolescencia, que perdura en la juventud y culmina en un trágico desenlace.

A los quince años, Felicitas Guerrero, hija mayor de una numerosa familia de la burguesía comercial, de luminosa e irresistible belleza, desata una intensa pasión amorosa en el romántico Enrique Ocampo, al que corresponde con igual fervor.

Los jóvenes mantienen un inocente noviazgo a espaldas del orden familiar, en el marco de una sociedad signada por la autoridad patriarcal, en el que la gran mayoría de las mujeres pasan de ser propiedad del padre a ser propiedad del marido.

Los únicos testigos de esta historia son Manuela Solá y Cristian Demaría, primos de la joven Felicitas y ligados a ella y a Enrique por contradictorios sentimientos.

El destino de la joven pareja se tuerce cuando el padre de Felicitas la entrega en matrimonio al hombre más acaudalado de la Argentina, Don Martín de Álzaga, 40 años mayor que la joven, desoyendo las súplicas y el visceral rechazo de la muchacha a ese matrimonio concertado con un hombre al que solo vio algunas veces como amigo de su padre.

Pero la ambición de Carlos Guerrero no atiende razones y el casamiento se concreta luego de un frustrado intento de fuga, en el que la joven pareja se promete amor eterno y un futuro vínculo epistolar que los mantendrá ilusoriamente unidos.

Desconsolado, Enrique Ocampo se alista en el Ejército imponiéndose un alejamiento de la joven, tal vez con la secreta intención de olvidar o, más probablemente, buscando la muerte.

La vida de casada de Felicitas transcurre en la estancia La Postrera, en días interminables junto a un marido al que no ama pero tampoco odia, ya que es hombre de buen trato, sinceramente enamorado de su mujer. Durante los primeros años, sólo la mantiene viva el recuerdo de Enrique y la espera de las prometidas cartas que jamás llegarán a sus manos y, más tarde, la necesidad de saber sobre su amado, ya que se empezó a librar la guerra con Paraguay y Enrique está peleando en el frente. 

El nacimiento de su hijo Félix pone luz en la vida de Felicitas, que deposita en ese niño todo el amor y la alegría postergados.

Es en las vísperas de los Carnavales de l870 cuando los enamorados se reencuentran. Ante un viaje que aleja a su marido, Felicitas se instala con su hijo en la casa de sus padres, en Barracas.

Por su lado, Enrique abandona esa guerra fratricida, asqueado de las atrocidades y estragos que presenció y vivió. Es ahora un hombre escéptico, pero obsesionado aún por su amor intacto hacia Felicitas y resignado, a su pesar, ante la decenas de cartas que le envió y que jamás tuvieron respuesta. Pero Manuela Solá le despeja toda duda; fue ella quien retuvo las cartas, movida por su  secreto  y vergonzante amor hacia Enrique. Arrepentida, también se confiesa ante su prima Felicitas,  que huye hacia su estancia dejando a su niño en manos de los abuelos para que disfrute de los esperados Carnavales.

El amor de Felicitas y Enrique finalmente se consuma en La Postrera, adonde acude desesperado Enrique siguiendo los pasos de su amada.

Pero la felicidad de la pareja dura un par de días. El pequeño Félix, allá en Barracas, es una de las primeras víctimas de la fiebre amarilla que luego se desatará como epidemia. Durante la agonía del niño, Felicitas ruega a la Virgen por su salvación, pero sus ruegos no son escuchados y el niño muere una noche en brazos de su desesperada madre.

A su regreso, Álzaga no resiste esta terrible pérdida; su salud se quebranta y su propia tristeza sumada al desconsuelo de Felicitas lo vulneran,  precipitando su muerte.

Felicitas Guerrero de Álzaga es su heredera universal; luto tras luto, ya con 24 años y su belleza  intacta, se reinserta en la vida social porteña. 

Luego de la sucesión de pérdidas, Felicitas  ya no es la misma mujer. Intenta cortar con su doloroso pasado y rechaza, amordazada por la culpa, a Enrique, a quien percibe irremediablemente ligado a la muerte de su hijo.

Se abre en su vida, por primera vez, la posibilidad de saber qué es lo que desea ahora para si.

En esta búsqueda conoce casualmente a Samuel Sáenz Valiente, un estanciero vecino, joven,  simpático y generoso, que le abre la perspectiva de un futuro placentero, fresco, lejano a las relaciones atormentadas que signaron su vida. Felicitas debe luchar contra su padre, que ha ocupado el lugar de su marido y que no parece mirar con buenos ojos un nuevo casamiento. 

No obstante, el compromiso se anunciará en una reunión familiar en la estancia La Postrera.

Enrique Ocampo, se entera y portador de un amor intacto, aunque enfermizo y obsesivo, impedirá que ese futuro planeado por Felicitas se concrete.

El  trágico desenlace que desencadena Enrique pone fin a  la historia de un amor poderoso, apasionado, pero contrariado y plagado de desencuentros.

En su agonía, pese a lo sucedido, el último pensamiento de Felicitas es para Enrique Ocampo, el amante impetuoso, fiel y desgraciado. 

2 comentarios:

  1. vi la pelicula,pero le faltan parte de la historia real como los 4 hijos que tuvo que en la pelicula solamente aparece uno,igual me parece barbaro que solo hayan dejado el de feliz xq sino la pelicula se hacia interminable!

    ResponderEliminar
  2. muy buena narracion de esa estupenda e historica leyenda!!

    ResponderEliminar